domingo, 5 de abril de 2015

El turismo de Extremadura se reduce a Mérida y Cáceres



Extremadura pasa por ser una de las Comunidades Autónomas españolas más desconocidas, turísticamente hablando, incluso para los propios españoles. La mayoría de las personas conocen ciudades como Mérida, con sus grandes ruinas romanas, o Cáceres, con su excepcional casco histórico, pero apenas saben decirnos nada más sobre el turismo extremeño. Y esas visitas las realizan de vuelta de las playas del Suroeste o por realizar un viaje expresamente a ambas localidades.

En esta ocasión os voy a proponer volver a Extremadura un fin de semana y descubrir una ciudad que merece enormemente la pena. ¿Os animáis?


Trujillo

La ciudad de Trujillo pasa por ser una gran desconocida. A pesar de estar situada junto a la A-5, a sólo 256 Km. (2 horas y media por autovía) de Madrid, su visita no suele realizarse. Lo máximo que algún visitante realizará será una parada “técnica” en su ruta hacia Mérida. Una visita breve a la plaza del pueblo y poco más. Eso es una auténtica pena, pues Trujillo es una ciudad verdaderamente monumental y con grandes atractivos turísticos.


Un poco de Historia

El pasado de Trujillo como ciudad de cierta importancia se remonta a época romana, donde las fuentes la nombran como Turgalium o Turcalion. Trujillo fue una ciudad de frontera en tiempos musulmanes, la cual pasó a manos cristianas en varias ocasiones, siendo definitiva su toma en el año 1232. Desde entonces se convertirá en “cabeza de comarca” de la zona, lo que repercutirá en su importancia. El mercado franco de los jueves (concedido por Enrique IV en 1465) se convierte en el centro económico del núcleo y de su entorno, tradición mantenida en el tiempo hasta nuestros días. 

No obstante, la verdadera razón de la monumentalización de Trujillo se debe a la relación de numerosos de sus habitantes con la conquista de América. Originarios de Trujillo como Francisco Pizarro (Perú), Francisco de Orellana (Amazonas), Alonso de Hinojosa, Diego García de Paredes, Gaspar de Carvajal, Francisco y Gonzalo de las Casas, junto a otros apellidos como Chaves, Monroy, Altamirano o Calderón, aparecen en las páginas de la historia de América.

En América, numerosas ciudades se llamaron como la Trujillo española en honor a los oriundos que por allí estaban y, en ésta, los aventureros que regresaban cargados de tesoros dejaron su impronta en forma de edificios palaciales. Numerosas casas solariegas de gran riqueza monumental aparecerán ahora en el municipio, que logrará atesorar grandes riquezas.

Esta época de esplendor llegará a su fin muy pronto. Trujillo y su comarca dependían directamente de la Corona y ante las dificultades económicas de ésta, se fueron vendiendo tierras y cargos públicos. Trujillo fue perdiendo toda su importante importancia comarcal y entró n una profunda crisis.

La Guerra de Independencia contra los franceses ocasionó la destrucción de la ciudad en varias ocasiones y la instalación inicial del ferrocarril en España dejó a Trujillo aislado del desarrollo económico de la zona. No obstante, Trujillo se resistió a declinar totalmente y se mantuvo firme en su propósito de seguir manteniendo su status de importante ciudad comarcal. Y de esa lucha proviene su encanto actual.

Qué ver

Trujillo es una ciudad monumental con una oferta turística muy amplia e importante. A continuación os voy a realizar un pequeño recorrido por la ciudad en el que describiré las principales y más interesante visitas que podéis realizar en un fin de semana. Por supuesto, no son las únicas que podréis efectuar, pues Trujillo da para muchos días. En su página de turismo (ver al final del post) tenéis información amplia de todos los monumentos y varios mapas para descargaros.

Un buen lugar para comenzar nuestro recorrido puede ser la Plaza Mayor, la cual os sorprenderá gratamente. En mi opinión es una de las más bellas de Extremadura. Aquí se ubica la oficina de turismo, en unos soportales de la parte alta. Podéis visitarla para coger información extra y adquirir un bono con el que entrar a los principales monumentos visitables de la ciudad: por 7 podréis entrar en el Castillo árabe, la Casa Museo Pizarro, la Iglesia de Santiago, la  Iglesia de San Martín, el Aljibe Altamirano, la Iglesia de Santa María y la Torre del Alfiler .
Dos vistas de la Plaza Mayor de Trujillo

También hay varias tiendas y restaurantes donde hacer nuestras compras. Generalmente, los sitios céntricos suelen ser los más caros y en donde se come peor, pero no es el caso de Trujillo. Nosotros almorzamos en uno de los restaurantes ubicados frente a la Estatua de Pizarro (El Medievo) y comimos unas muy buenas migas.

La Plaza Mayor, renacentista, data del siglo XVI. Su gran amplitud delata la gran importancia comercial que tuvo esta ciudad, pues en ella se ubicaba un importante mercado que atraía a numerosos habitantes de la comarca. De esta plaza debemos destacar varias cosas.

Tal vez, lo más llamativo a primera vista sea la estatua ecuestre de Francisco Pizarro. Se trata de una estatua de bronce, sobre pedestal de granito, obra de Charles Cary Rumsey. Grabado en el pedestal podremos ver el escudo de armas de los Pizarro, compuesto por dos osos erguidos sobre un pino (lo que nos indica el origen asturiano de esta familia). Existen tres versiones de esta estatua. La de Trujillo conmemora el lugar de nacimiento de este conquistador. Las otras dos se encuentran en Lima, Perú (lugar de su fallecimiento) y Buffalo, EEUU (ciudad natal de ciudad natal de Charles Cary Rumsey). Pizarro aparece en esta obra montado a caballo, con armadura y espada, listo para combatir. Históricamente hablando resulta una estatua que debemos analizar con mucho cuidado, pues ni armadura, ni caballo ni espada son típicos de aquella época. No obstante, la idea de gran conquistador la transmite perfectamente.

estatua ecuestre de Francisco Pizarro


Subiendo unas cuantas escaleras llegaremos a la Iglesia de San Martín (de Tours). Se trata de una iglesia que data de inicios del siglo XVI y que fue levantada sobre un edificio anterior destruido en el conflicto sucesorio de Castilla entre Isabel y Juana. Tiene una única y amplia nave, con los laterales dedicados a capillas funerarias de los nobles trujillanos (Aquí yacen los conquistadores Orellana y Vargas-Carvajal). En su interior podemos admirar varias obras artísticas, destacando el retablo Mayor Barroco.
Interior de la Iglesia de San Martín de Trujillo.

El Palacio Carvajal-Vargas (San Carlos) se encuentra junto a la iglesia anterior. Fundado por don Diego de Vargas Carvajal, Señor del Puerto de Santa Cruz, a mediados del siglo XVI, fue morada y residencia de los Correos Mayores de India, prebenda que ostentó este linaje desde 1514 hasta 1768. Se trata de uno de los palacios más monumentales con los que nos encontraremos, destacando su balcón en esquina, que da a la plaza, y sus célebres chimeneas, extraídas de los tratados de arquitectura de C. Caesarino y S. Serlio. Si tenéis posibilidad de entrar su patio interior y sus famosas escaleras también son dignas de admiración.

Palacio Carvajal-Vargas (San Carlos)

Al otro lado de la plaza, también con un precioso balcón en esquina, se sitúa el Palacio del Marqués de la Conquista. Fue construido en 1560 sobre las antiguas Carnicerías Municipales y las casas de don Gonzalo Pizarro “El Romano”, padre de los conquistadores. Fue la residencia de don Hernando Pizarro y Vargas y doña Francisca Pizarro Yupanqui, hermano e hija respectivamente del conquistador del Perú, don Francisco Pizarro. Lo más destacable de este edificio es su escudo historiado colocado sobre el balcón en esquina. En él vamos a poder descubrir el papel de los Pizarro en la conquista del imperio de Tawantinsuyo: los barcos de Túmbez, las murallas de El Cuzco, Atahualpa y los caciques incas.

Palacio del Marqués de la Conquista


En la plaza también podemos admirar el Palacio de Orellana-Toledo, un ejemplo de arquitectura civil castellana renacentista que data de 1550. Destacan sus dos preciosas galerías, en donde la inferior era utilizada por los comerciantes en el mercado semanal. Ésta posee cinco arcos de medio punto, mientras que la superior tiene tres arcos carpaneles. La crestería que adorna la parte superior del edificio es típicamente gótica, por lo que estamos ante un edificio bastante ecléctico.

Palacio de Orellana-Toledo

En la parte más alta de la plaza se encuentran las Casas del Concejo de Trujillo (finales siglo XV). Su fachada de tres alturas con arcos decrecientes data del siglo XVI. Y justo al lado el Palacio de los Chaves-Cárdenas. Fue residencia de don Juan de Chaves Sotomayor y de su esposa, doña Isabel de Cárdenas. Destacan sus dos columnas entorchadas que enmarcan un balcón sobre ménsulas voladas. En esta casa pernoctó Felipe II en su visita a Trujillo en 1583.

Casa del Concejo. Trujillo.

Y sobre los soportales que acogen la oficina de turismo la Casa de las Cadenas, hoy mesón y hostal pero que en otro tiempo fue residencia de un importante personaje, al que el rey le concedió el privilegio de que cualquier refugiado en su casa no podría ser arrestado por el alguacil.

Casa de las Cadenas. Trujillo.

Para adentrarnos en la parte más antigua de la ciudad puede ser una buena opción entrar por la Puerta de Santiago (o del Sol). Es un arco de medio punto coronado por siete almenas y una hornacina, en donde encontramos a un lado el escudo de los Reyes Católicos y en el otro el de los Altamiranos. Para llegar a esta puerta desde la plaza tenemos dos caminos.

Puerta de Santiago (o del Sol)


Podemos subir por la calle Ballesteros, junto a la Iglesia de San Martín. En el trayecto nos encontraremos con el Palacio de las Casas Bejarano (Marqueses de Santa Marta). Se trata de la casa de Francisco de Las Casas Bejarano, deudo de Hernán Cortés y capitán de sus tropas en la Conquista de Méjico. Hoy día el edificio es ocupado por un hotel NH. Y un poco más adelante con el Centro de Interpretación de la Torre del Alfiler. Esta torre es un símbolo de Trujillo, destacando su cimborrio de azulejos talaveranos, donde destaca el escudo de armas de los Chaves-Orellana (las cadenas son símbolo del “derecho de asilo” antes comentado y no porque chaves sea cadena en portugues, como os indicarán algunos avispados guías turísticos. Chaves se traduciría a nuestro idioma como teclas). En su interior podremos hacer un repaso a la historia de Trujillo recorriendo sus salas.

Si tomamos, en cambio, la Cuesta de la Sangre (siguiendo recto desde la Casa de las Cadenas), nos toparemos, nada más enfilarla, con las Casas de los Chaves Sotomayor. De ellas destaca su fachada corredor formada por arcos ojivales sobre pilares ornamentados con motivos vegetales. Casi anexa está la Iglesia de la Santa Sangre, y un poco más adelante, embutida en la muralla, la Casa de Luis de Chaves, el Viejo, la cual protegía esta entrada a la alcazaba y en donde se hospedaron en varias ocasiones los Reyes Católicos.


La Iglesia de Santiago, de inicios del siglo XIII, se ubica junto a la puerta del mismo nombre. Aunque su construcción es románica el edificio ha sido transformado posteriormente en muchas ocasiones. En su interior se guarda una valiosa talla del Cristo de las Aguas (siglo XIV).
Iglesia de Santiago

Desde aquí tenemos una leve subida hasta la Alcazaba árabe, la cual se alza sobre un cerro llamado Cabeza de Zorro. Data de época Omeya (siglo IX), aunque fue utilizada y reformada por almohades y cristianos posteriormente. 

Alcazaba árabe de Trujillo


Al llegar a la entrada debemos destacar el arco de herradura que la preside, así como la imagen de Nuestra Señora de la Victoria, patrona de la localidad.



En el interior del castillo no vamos a encontrarnos gran cosa, pues lo que en otro tiempo fueron construcciones ahora es un gran descampado.



No obstante, existen lugares interesantes, como el aljibe o los ejemplos de sillares con inscripciones árabes y romanas que cuelgan de los muros internos.


En mi opinión, lo mejor de la alcazaba es poder pasear por las numerosas torres y la muralla, desde donde se obtienen unas preciosas vistas de toda la comarca.



A la hora de bajar de este lugar podemos encaminarnos hacia la Casa Museo Pizarro, la cual se encuentra muy próxima. La reconoceremos por el escudo de los Pizarro que ya vimos en su estatua ecuestre. Este edificio está dedicado a la interpretación de la conquista americana y a la divulgación de la figura de Francisco Pizarro por medio de diversos paneles y vitrinas. Es una visita muy recomendable, en la cual aprenderemos muchas cosas relativas a Pizarro y los conquistadores. Además, muchas salas están decoradas con muebles de época, reproduciendo como se vivía entonces. Si deseáis tener más información sobre este lugar os recomiendo este documento.

Desde aquí llegaréis sin problemas hasta el edificio religioso más importante de Trujillo, la Iglesia de Santa María la Mayor. De su original construcción románica tan sólo conserva la torre oriental (Julia) y la cabecera. El resto es de estilo cisterciense. En su interior destaca la nave central, más elevada que las laterales, y un rico ajuar mueble. En este sentido son de destacar las capillas funerarias y las pinturas del retablo mayor.

Iglesia de Santa María la Mayor

El interior de esta iglesia es tan sobrio como atractivo, destacando el retablo mayor, lleno de pinturas de gran valor, así como las numerosas capillas que posee.



Y uno de sus mayores atractivos es poder subir a las torres y divisar Trujillo a vista de pájaro.


En los alrededores de esta iglesia tenemos varios monumentos de interés. El Palacio de Pizarro Hinojosa (Marqués de Lorenzana) se encuentra junto al Convento de las Jerónimas, y ambos son ejemplos de sólidas construcciones austeras de carácter defensivo. Y junto a la puerta de Coria se encuentran los restos del antiguo Convento de San Francisco el Real, el cual fue abandonado tras la desamortización de Mendizábal. Hoy día se pueden visitar los restos del templo y del claustro. La Fundación Javier Salas se dedica a la conservación de este edificio y en sus salas reformadas podemos ver una exposición sobre la Conquista de América.




Nuestra siguiente parada, de camino hacia la Puerta de San Andrés será el Alcazarejo de los Altamiranos, una típica residencia fortificada adosada a la muralla. Los Altamirano provenían de la sierra de Altamiros (León) y llegaron a Trujillo en el siglo XIII; tenían la merced de las rentas de todos los pecheros del lugar, de ahí su simbólico escudo, las diez monedas o bezantes de oro en campo de plata. Y andando un poco más nos encontraremos con la Casa Fuerte de los Escobar, el edificio más medieval de Trujillo. En él debemos fijarnos en sus ventanas, un ejemplo de las diferentes tipologías construidas durante el gótico.

En la zona también podemos ver el Alcazar de los Bejaranos, junto a la Puerta del Triunfo, del que sólo quedan dos torres desmochadas y la puerta con el escudo del león rampante. O la Alberca, a la que muchos investigadores otorgan una antigüedad romana.

Y saliendo por la Puerta de San Andrés nuestros pasos deben llevarnos, siguiendo la Ronda de las Almenas, hasta el próximo Palacio Juan Orellana Pizarro. Ésta fue la primera de las residencias renacentistas trujillanas. Su patio interior tiene un doble claustro y la fachada principal tiene una lonja porticada y abovedada sobre la que se levanta una gran logia. En estas casas se hospedó el escritor Miguel de Cervantes de camino al Monasterio de Guadalupe. Y si me permitís un consejo no es mala opción, de vuelta a casa el día siguiente, pasar la mañana visitando este importante monasterio extremeño. Os aseguro que el pequeño desvío os merecerá la pena.


Por el llamado Cañón de la Cárcel podremos volver a la Plaza Mayor, cerrando así nuestro recorrido por Trujillo y despidiéndonos con esta preciosa imagen. 



Espero que esta pequeña muestra de los tesoros que encierra este lugar os anime a visitarlo. Para que no os perdáis os dejo un mapa con los monumentos principales.



Para saber más:

Página oficial de turismo de Trujillo: http://www.turismotrujillo.com/Trujillo/ciudad-y-monumentos






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